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Memorias de la Última Narradora

Cuentos de una Noche Cualquiera

La Doncella Embrujada

En los lejanos tiempos de la reconquista, hubo un tiempo en el que la vieja Cáceres recibió el nombre de Al-Qazires. Cuenta la historia que por aquel entonces la ciudad estaba bajo el dominio de un brujo musulmán y que las batallas por conquistar la ciudad eran largas y cruentas. Los cristianos eran incapaces de tomar la vieja ciudad.
El brujo tenía una hija, cuya belleza era tal que ningún trovador era capaz de acercarse siquiera a los vagos retazos que aún guardan las memorias de las oscuras murallas de Cáceres. Su belleza era triste y en su mirada habitaba una melancolía profunda e inabarcable. Su padre trató de desposarla multitud de veces, pero ella siempre aseguró que no era aún el momento de que se ofreciese su mano, y se negó incluso a los hombres más ricos de todo el Islam.
Pero la verdad era otra muy distinta.
Ya se había enamorado, pero de un capitán cristiano. Ella sabía que su amor era imposible y por ello ambos amantes se veían a escondidas fuera de las murallas de la ciudad. Y su amor se fraguó en los silencios de las noches cerradas. Pero entonces las batallas se intensificaron y la pasión de la guerra se hizo más latente en ambos bandos. Y los amantes debieron de separarse.
Tras muchos meses de espera el capitán cristiano pidió a la princesa mora que se viesen de nuevo, y ella no pudo negarse. Se encontraron de nuevo en las afueras de la ciudad, cobijados por la oscura noche, y fue la última vez que se vieron.
Aquella Noche de San Juan la ciudad cayó bajo el dominio cristiano. La princesa hubo entonces de confesar su pecado, había entregado las llaves de la ciudad a su amante. El brujo fue incapaz de contener su cólera y realizó su venganza sobre su hija.
Muchos quieren contar que la convirtió en una gallina de oro y que sus sirvientas fueron condenadas a ser 12 polluelos de dicho metal y que sólo en la noche de San Juan recuperaba su verdadera forma y huía a través de la calles de Cáceres para que no pudiesen verla llorar por el dolor de su culpa.
Pero el final es muy distinto, y más amargo si cabe. Su padre la ató a los pilares del Aljibe, en la Casa de las Veletas, y la dejó morir lentamente, ahogada. Aún hoy resuenan los lamentos de la vieja princesa en las calles de Al-Qazires. Y sus gritos agonizantes resuenan a través de las aguas del aljibe.

Paseos Nocturnos

CáceresAyer estuve paseando por toda la parte antigua de Cáceres. Era de noche y tronaba, pero necesitaba andar y despejarme un poco las ideas.
He tenido que retrasar todo mi viaje por el cúmulo de acontecimientos de estas últimas semanas. Papeleos, problemas con la casa y uno de mis primos que nos pegó un buen susto. Pero a finde cuentas ya está todo arreglado. Cierto es que las cosas nunca vienen solas.
Ayer decidí darme todo aquel paseo para despejarme, para pisar por fin tranquilamente de nuevo todas las piedras de la cidad vieja. Cáceres es una ciudad encantadora, que enamora por sus calles y por sus noches oscuras. Cuando andas a solas entre sus empinadas cuestas y algunas de sus angostas callejuelas podrías soñar que eres parte de toda la historia de una ciudad de fronteras de la época de la reconquista. Puedes sentir la historia escrita en cada una de las piedras de una ciudad que en toda ella es un monumento.
Yo anoche, mientras andaba por la vieja Cáceres bajo la lluvia y los relámpagos que iluminaban el cielo, soñé que era una dama de las historias de antaño. Soñé que sobre mí narrarían historias por siglos y siglos. Soñé que era la protagonista de miles de leyendas que cuentan de esta ciudad. Soñé que yo había vivido los relatos que acontecieron dentro de sus murallas. Soñé que pasadas tantas vidas eran mis labios los que las relataban.