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Memorias de la Última Narradora

Postales de una Tierra Perdida

París

Madrid


Hola María:

Adoro París. Es un lugar maravilloso. Sus calles poseen algo indescriptible que la convierte en una ciudad única. Y sobre todo adoro Montmartre, donde aún puedes sentir en el aire la inspiración y los sueños de los poetas y los artistas que antaño caminaron por sus calles. París es una ciudad única. La llaman la Ciudad de la Luz, pero yo prefiero verla a oscuras, cuando las noche está cerrada y el silencio inunda sus calles plagadas de historia. Adoro verla de noche a la luz de la Luna y con la Torre Eiffel iluminada con cientos de focos parpadeantes. Ésa es la París que a mí mas me gusta. La París escondida de las noches y no la que vemos cientos y cientos de veces en las películas de Hollywood.

P.D.: Espero que este paquete no tarde mucho en llegar para que no se te estropeen los dulces que te mando en él (esa cajita que va envuelta), a mí me han gustado mucho, aunque no estoy muy segura de qué son. También te mando otras dos sorpresas. La primera es una Torre Eiffel pequeñita, que sé que siempre quisiste tener una. Y la segunda tiene que ver con el pintor de la plaza de Montmartre, que por cierto se llama Jacques. Cuando acudí a la cita para invitarle a un café conseguí convencerle para que me pintase el Sagrado Corazón para tí (éste sí me dejó que se lo pagase).

Espero que te guste todo.

Un Saludo Scherezade

Madrid

Madrid


Hay una imagen de Madrid que adoro. Es la imagen que posee según la ves llegando a ella a través del Paseo de Extremadura. Los edificios de la Plaza de España sobresalen por encima de toda la arboleda.
Madrid es una de esas ciudades en las que todo parece que está en su sitio. Una de esas ciudades en las que cuando caminas a través de ella todo parece tan sumamente armónico que no te parece una gran ciudad.
Adoro caminar por la Gran Vía y por todas las calles de la vieja Madrid.
Puede que no sea una de las ciudades más hermosas del mundo, pero posee un encanto oculto que los viandantes preocupados por sus vidas mundanas parecen olvidar. Pero en Madrid cualquier turista atento tienen la impresión de que la cosa más inimaginable puede ocurrir a la vuelta de la esquina.