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Memorias de la Última Narradora

Historias de Monmartre

Ya llevo una semana en París. Pero ahora no quiero hablar de la ciudad en sí, sino de lo que me ocurrió esta mañana. Fuí a ver El Sagrado Corazón, siempre me ha encantado, es un lugar precioso, y he decir que no me ha decepcionado cuando lo he visto en realidad. Pero mi historia comienza en un lugar muy poco lejos de allí. En la Plaza que hay justo al lado de la iglesia.
Esa plaza es una de las plazas más representativas de todo Montmartre, plagada de artistas y demás bohemios. Es un sitio encantador. esta mañana mientras esperaba a Jean-Pierre, un amigo que conocí hace algunos años en uno de esos intercambios de estudiantes, me senté en uno de los bancos de la plaza a mirar el trajín de uno de los barrios más románticos del mundo. Cuando llevaba alrededor de un cuarto de hora sentada se me acercó un hombre con un enorme pliego de papel. Tenía una sonrisa encantadora y me enseñó un retrato que me había hecho mientras esperaba.
El retrato estaba hecho con carboncillo y era precioso. Estaba sentada en el banco con un par de enormes bolsas llenas de cosas que me había pedido Jean-Pierre, mirando hacia mi izquierda, con los ojos perdidos en el infinito. Aparte el retrato sirvió para que me diese cuenta de la pinta tan absurda que tenía con la boina que me regaló Jean-Pierre hace un par de días.
Le pregunté al hombre que qué valía, pero me dijo que nada, que era un regalo. Tras discutir con él para que me dejase pagarle algo llegamos al acuerdo que que el Jueves volveré a la plaza y le invitaré a un café a media mañana.
Jean-Pierre se ha reído de mí y dice que me he echado un nuevo novio y que la chica del retrato es mucho más guapa que yo. Yo le he amenazado con quedarme con las pinturas y los pinceles que me pidió que le llevase.
Hoy hace un día precioso en París.
María gracias por hacerme el favor. Espero que te llegue pronto la próxima postal.

Un fuerte abrazo. Scherezade.

1 comentario

Marta -

Que bonita historia. Paris es una ciudad de ensueño, un lugar fantástico, donde miles de cosas pueden pasar. Si hubiera un lugar donde las hadas pudieran convivir con los humanos, sería Paris, con Montmartre como sede central.
Y es que los pintores de la plaza son unos verdaderos artistas, llenos de bondad y delicadeza, con las personas, y con los cuadros.
Un beso!